1
ATENCIÓN: Arranca tus malezas
Posted by
Gabi Ruiz
,
in
Personal growth
04 February 2011
·
1248 views
Cada día, Dios nos regala una maravillosa oportunidad de escucharlo. Y, a veces, su voz se manifiesta en aquellas experiencias surgidas de lo cotidiano.
Todos los días salgo con mis hijos al patio de la casa. Ellos juegan y corren, me arrancan más de una sonrisa, y a veces unos pequeños corajes. Mientras están fuera, yo aprovecho para ordenar las sillas, barrer un poco, arreglar los desmanes que hace nuestro perro, y limpiar el jardín.
Una mañana de diciembre, miraba el jardín buscando basura y suciedad canina que recoger, para evitar que mi hija, que aún no llega a los dos años, la recoja con las consecuencias desagradables que implicaría.
Entonces, me sorprendió encontrar, junto a la planta central del jardín, unas matas de mediana estatura, conocidas en mi país como “mala hierba” (malezas). Son algo muy común. Lo que me llamaba la atención era su tamaño. Como dije, todos los días, salgo al patio de la casa. Sin embargo, habían pasado unos tres días desde mi última revisión del jardín.
Tiré de ellas, con esfuerzo, para poder arrancarlas de raíz. Cada una se llevaba consigo un gran pedazo de humus (tierra de sembrado) entre sus raices. Seguí haciendo lo mismo con todo el jardín y cuánta maceta encontré invadida.
Mientras lo hacía, pensé en que los malos hábitos son como esas malas hierbas. Mientras estamos atentos, examinando nuestros defectos de carácter, nuestra conciencia y acciones a diario, nuestro jardín se mantiene bello.
Sin embargo, muchas veces nos sorprendemos al ver en nosotros mismos malas actitudes y hábitos viciados tan arraigados, que han crecido tanto, que no sabemos en que momento sucedió. Entonces, arrancarlos precisa de nosotros un mayor esfuerzo, a veces dolor y lágrimas.
Las semillas de malas hierbas o malezas, son fácilmente transportadas por insectos, personas, animales, el viento o el agua. No precisan cuidado ni condiciones especiales para plantarse y crecer. Sus raices se enredan en la tierra fuertemente, absorbiendo los nutrientes que precisan las plantas aledañas para vivir.
Además, muchas malezas poseen pequeñas flores de colores, que las confunden fácilmente con plantitas bellas e inofensivas. Nos sucede lo mismo cuando confundimos nuestros defectos con virtudes (la intolerancia con rectitud, el perfeccionismo con la excelencia, la imprudencia al hablar con sinceridad).
Lo único que necesitan las malas hierbas es que NO SE LES PRESTE ATENCIÓN.
Eso es precisamente lo que requieren nuestros defectos de carácter. Que nuestra atención se distraiga en el hacer cosas (activismo), en el ruido mundano, en los defectos de los demás. No lo notamos, pero cada vez demandan más de nuestra energía, debilitando nuestras virtudes y buenos hábitos.
Una forma muy sencilla de mantener las malezas a raya, es “estar presente a uno mismo”.
Si caminamos concientes de nuestras palabras y acciones diarias y dejamos de movernos por impulso o reacción, entonces es sumamente accesible controlarlas.
Nuestro Señor nos ha dado el don precioso de su Revelación escrita, la Biblia, dónde podemos hallar un manual perfecto de vida: corrección y paliativo, firmeza y aliento para hacer cambios en nosotros.
Hagamos de ella nuestro soporte.
La lucha contra nuestros defectos de carácter nos acompañará toda la vida. Sin embargo, en nuestras manos está que no crezcan y se fortalezcan arruinando nuestro jardín. Revísemonos, pues, a diario.
Todos los días salgo con mis hijos al patio de la casa. Ellos juegan y corren, me arrancan más de una sonrisa, y a veces unos pequeños corajes. Mientras están fuera, yo aprovecho para ordenar las sillas, barrer un poco, arreglar los desmanes que hace nuestro perro, y limpiar el jardín.
Una mañana de diciembre, miraba el jardín buscando basura y suciedad canina que recoger, para evitar que mi hija, que aún no llega a los dos años, la recoja con las consecuencias desagradables que implicaría.
Entonces, me sorprendió encontrar, junto a la planta central del jardín, unas matas de mediana estatura, conocidas en mi país como “mala hierba” (malezas). Son algo muy común. Lo que me llamaba la atención era su tamaño. Como dije, todos los días, salgo al patio de la casa. Sin embargo, habían pasado unos tres días desde mi última revisión del jardín.
Tiré de ellas, con esfuerzo, para poder arrancarlas de raíz. Cada una se llevaba consigo un gran pedazo de humus (tierra de sembrado) entre sus raices. Seguí haciendo lo mismo con todo el jardín y cuánta maceta encontré invadida.
Mientras lo hacía, pensé en que los malos hábitos son como esas malas hierbas. Mientras estamos atentos, examinando nuestros defectos de carácter, nuestra conciencia y acciones a diario, nuestro jardín se mantiene bello.
Sin embargo, muchas veces nos sorprendemos al ver en nosotros mismos malas actitudes y hábitos viciados tan arraigados, que han crecido tanto, que no sabemos en que momento sucedió. Entonces, arrancarlos precisa de nosotros un mayor esfuerzo, a veces dolor y lágrimas.
Las semillas de malas hierbas o malezas, son fácilmente transportadas por insectos, personas, animales, el viento o el agua. No precisan cuidado ni condiciones especiales para plantarse y crecer. Sus raices se enredan en la tierra fuertemente, absorbiendo los nutrientes que precisan las plantas aledañas para vivir.
Además, muchas malezas poseen pequeñas flores de colores, que las confunden fácilmente con plantitas bellas e inofensivas. Nos sucede lo mismo cuando confundimos nuestros defectos con virtudes (la intolerancia con rectitud, el perfeccionismo con la excelencia, la imprudencia al hablar con sinceridad).
Lo único que necesitan las malas hierbas es que NO SE LES PRESTE ATENCIÓN.
Eso es precisamente lo que requieren nuestros defectos de carácter. Que nuestra atención se distraiga en el hacer cosas (activismo), en el ruido mundano, en los defectos de los demás. No lo notamos, pero cada vez demandan más de nuestra energía, debilitando nuestras virtudes y buenos hábitos.
Una forma muy sencilla de mantener las malezas a raya, es “estar presente a uno mismo”.
Si caminamos concientes de nuestras palabras y acciones diarias y dejamos de movernos por impulso o reacción, entonces es sumamente accesible controlarlas.
Nuestro Señor nos ha dado el don precioso de su Revelación escrita, la Biblia, dónde podemos hallar un manual perfecto de vida: corrección y paliativo, firmeza y aliento para hacer cambios en nosotros.
Hagamos de ella nuestro soporte.
La lucha contra nuestros defectos de carácter nos acompañará toda la vida. Sin embargo, en nuestras manos está que no crezcan y se fortalezcan arruinando nuestro jardín. Revísemonos, pues, a diario.